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Registros de la Sacerdotisa (I)
Registros de la Sacerdotisa (I)1
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Registros de la Sacerdotisa (II)
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Registros de la Sacerdotisa (III)
Registros de la Sacerdotisa (III)1
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Registros de la Sacerdotisa (I)
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Registros de la Sacerdotisa (III)

Registros de la Sacerdotisa (I)

Registros de la Sacerdotisa (I)
Registros de la Sacerdotisa (I)NameRegistros de la Sacerdotisa (I)
Type (Ingame)Objeto de misión
FamilyNon-Codex Series, loc_fam_book_family_6969423
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DescriptionRegistros de la Sacerdotisa (I)
...

Aj Awaj K'umilal Kan irrumpió furioso en mi laboratorio, preguntándome si había enseñado a los humanos a utilizar el flogisto. Usé quenepa para calmarlo y le pregunté qué había pasado.

Según él, parece que un humano en una colonia cercana a Q'umqaraq'aj dominó el poder del flogisto y ha comenzado a expandirse. En los últimos tres meses, han arrasado con más de (...) aldeas, sacrificado a unas (...) personas y bloqueado las corrientes del Río Tz'alam con (...) desechados. Su líder se ha autodenominado “sucesor de Chaac”, y ha declarado que va a poner fin a la era de los dragones y que unificará a todos los humanos de Natlantia bajo una sola bandera. Ix Roq'ratik'obala' Ka'alahun se dedicó durante dos días a acabar con el caos. El aspirante a conquistador fue ahogado en su propio baño por su consorte más favorecida, una cautiva convertida en asesina. Sin líder, la tribu se hundió en una guerra civil. Sin embargo, los secretos del flogisto ya se habían extendido por doquier, más allá de los límites de la contención.

“Humm... De no ser por su blandura y connivencia, el único insensato que se habría atrevido a semejante locura sería...”.

Awaj no terminó la frase, sino que simplemente murmuró y regresó. Probablemente no le importaba mucho que los humanos aprendieran a usar el flogisto, pero lo que lo enfureció fue la crudeza de sus métodos, y que su investigación se profanara de forma tan vulgar.

Pero a mí me importa. No entiendo por qué Kukulcán (porque tiene que ser él, al fin y al cabo, nadie más haría semejante estupidez) entregaría el flogisto a los humanos. Puedo entender su afición por estas diminutas formas de vida que trajeron los usurpadores de más allá del cielo, pero no puedo comprender por qué utilizó este método para atraerlos a destruirse a sí mismos. Es como dar un cuchillo oxidado a un niño que llora: es un acto cruel. ¿Qué resultado podía esperar, más allá del sufrimiento y la muerte?

...

Me encontré con Kukulcán en privado y le pregunté personalmente qué era lo que tramaba.

Como de costumbre, se mantuvo enigmático y arrogante. Negó fríamente todas las acusaciones. Afirmó que a mí no me preocupaba realmente la forma en que este asunto perjudicaba los intereses de los dragones, y que solo estaba aprovechando la oportunidad para hacerme con más poder, por lo que opté por creer tan absurda calumnia. Me enfurecí tanto que estallé a reír. Después de discutir con él durante unos minutos, y sin siquiera terminar mis quenepas, me marché.

Siempre ha sido así. Rechaza a los de su especie, se burla de su estirpe y nunca comparte sus pensamientos con los demás dragones, pero se enfada porque ellos no lo entienden. Pero si no dice lo que piensa, ¿quién podría entender sus intenciones?

El rey era demasiado indulgente con él, hasta el punto de que no sabía distinguir lo que era correcto de lo incorrecto. Fueran justas o equivocadas sus acciones, el rey siempre respondía con su gentil aprobación. Y precisamente por eso, su inseguridad no hizo más que aumentar. No importa el camino que tome, siempre se encuentra con la misma luz tierna, lo que le deja completamente perdido en cuanto al camino que recorre. Al final, sus sospechas hacia los suyos no son más que el reflejo de sus propias dudas.

Lo compadezco.

Registros de la Sacerdotisa (II)

Registros de la Sacerdotisa (II)
Registros de la Sacerdotisa (II)NameRegistros de la Sacerdotisa (II)
Type (Ingame)Objeto de misión
Familyloc_fam_book_family_6969423, Non-Codex Series
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DescriptionRegistros de la Sacerdotisa (II)
...

Los efectos del robo del flogisto se agravaron día tras día. La mayoría de los soberanos permitieron que los humanos se volvieran los unos contra los otros y se enfrentaran en combates y guerras. Algunos incluso los animaron a cometer más atrocidades. Consideraban esto como un método efectivo para controlar la población humana... o, tal vez, simplemente como una forma de entretenimiento.

Los refugiados que se dirigían hacia el norte aumentan cada vez más, y las noticias que traen son cada vez más alarmantes. El jefe de Kacho'pinik ofreció a su hija en matrimonio al líder de los Culhua, con la esperanza de ganarse su favor. Pero, en vez de eso, los Culhua le cortaron la (...), la sacrificaron a (...) y lideraron un ejército para invadir su pueblo, ya que tenían mayores reservas de cereales. No entendían cómo extraer la fuerza vital de la sangre, pero imitan nuestras costumbres y ofrecen sacrificios sin sentido a los dioses de sus delirios.

Hablé con Kemonel. Incluso ella sintió una punzada de pena, aunque su compasión no era por los humanos, sino por su propia familia reducida a meras bestias. Cada vez más humanos habían empezado a domesticar a los Dragartos, convirtiéndolos en herramientas de matanza, pues incluso despojados de su intelecto, sus garras y colmillos podían desgarrar la carne con facilidad. Así, Kemonel buscó aliarse con aquellos humanos que anhelaban la paz, con la esperanza de aprovechar sus almas para tejer un sueño eterno y dichoso para los dragones de sus dominios. Incluso los desafortunados caídos podrían despojarse de las formas que los aprisionaban y encontrar felicidad y consuelo en este sueño.

No era un plan inviable, pero su enfoque debilitaría inevitablemente la vigilancia de los asentamientos humanos, invitando a un mayor sufrimiento a aquellas frágiles criaturas descendidas de las estrellas.

La tristeza de los humanos se debe a su falta de jerarquía. Los dragones han nacido para someterse a sus superiores y mandar a sus inferiores. Aunque me presentara ante ellos con apariencia humana, captarían mi olor al instante, reconocerían mi posición y obedecerían mis órdenes, porque es la ley grabada en su sangre, su camino ordenado por la naturaleza para que los débiles veneren a los fuertes, los descendientes sigan a su progenitor y los súbditos sirvan a su soberano. Pero los humanos son diferentes. Los humanos nacen para engañar a sus superiores, atormentar a sus parientes más débiles, traicionar a clanes enteros o incluso masacrar la misma sangre que les dio la vida, solo para su propio beneficio egoísta. Sus ojos no reflejan ningún camino ordenado, y si lo hicieran, los humanos inventarían sin duda un sinfín de excusas para abandonar dicho camino. Sin la guía y el control adecuados, repiten las mismas atrocidades y nunca aprenden de sus errores pasados.

Toda profanación de la vida es una blasfemia, una mancha imperdonable para el honor del rey. Así, solo elevando a los humanos a un plano de igualdad con los dragones, obligándoles a aprender la necesidad de que los débiles se arrodillen ante los fuertes y el significado de un camino ordenado, podrá purgarse por completo su capacidad de cometer atrocidades.

... Es una idea que aún no se ha hecho realidad. Si el saqueador de más allá del cielo puede sellar un planeta entero para obligar a la humanidad a seguir su orden impuesto, ¿por qué no debería yo sellar mis dominios? Que se convierta en un refugio impenetrable. Que nada de lo de dentro escape, y nada de lo de fuera entre. Un sistema cerrado de disciplina perfecta, donde pueda esculpirse un futuro perfecto para la vida...

Que este plan se llame “Xibalbá”, un título prestado por los humanos de mis dominios, cuyos mitos primordiales susurran sobre un inframundo. Si tiene éxito, ni los soberanos ni el gran enemigo abismal podrán violar sus leyes selladas. Un título apropiado para un santuario que ni siquiera los dioses pueden corromper...

...

Los días de vigilia del rey son cada vez más raros, así como nuestras oportunidades de comunicarnos con él. Aprobó el plan de Kemonel, así como el mío.

Igual que Kukulcán, yo también empecé a sentirme perdida. ¿Qué tipo de camino haría feliz a su majestad? ¿Qué tipo de camino podría garantizar la prosperidad de esta tierra durante decenas de miles de años?

No lo sé. El proyecto Xibalbá progresa sin problemas, pero aunque fuera a la perfección, no podría convencerme. Si la jerarquía de poder no ha logrado aliviar el sufrimiento del rey... Si la sabiduría que me otorgó no puede comprender cómo complacerlo de verdad... Entonces, ¿con qué derecho me atrevo a definir el camino para todas las demás vidas?

Tal vez deba observar más a los humanos, humanos inmaculados, humanos que no han sido mancillados por burdas tradiciones. Si hay alguna esperanza, entonces...

Registros de la Sacerdotisa (III)

Registros de la Sacerdotisa (III)
Registros de la Sacerdotisa (III)NameRegistros de la Sacerdotisa (III)
Type (Ingame)Objeto de misión
Familyloc_fam_book_family_6969423, Non-Codex Series
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DescriptionRegistros de la Sacerdotisa (III)
...

Tras la evaluación, fui a visitar a Je'lal y le pedí que me ayudara a forjar un arco como regalo de despedida para mi hija.

Después de explicarle el motivo de mi visita, permaneció en silencio durante unos dos minutos. Sus ojos de color turquesa parecían estar a punto de echar fuego al responder:

“Harías bien en recordar, octava soberana, que te estás aprovechando de una amabilidad que nunca te debí en primer lugar. ¿Cómo te atreves a pedirme que me rebaje y forje toscas armas para esos insignificantes humanos? Si alguien que no fuera el rey o tú hubiera proferido semejante insolencia, ya le habría arrancado la lengua blasfema de la boca y cosido con ella un nuevo vestido carmesí para mis jades. Me niego. No aceptaré este ridículo insulto. No me dignaría a reconsiderarlo ni aunque pusieras a cien mil sirvientes a mis pies”.

Antes de que pudiera decir nada más, se fue volando sin mirar atrás. Un rechazo tan vehemente desde el principio... Con su temperamento, eso significaba esencialmente un “sí”.

...

Como era de esperar, Je'lal envió a un dragosirviente para que me entregara el arco forjado y me transmitiera un mensaje. Me dijo que no me equivocara y que recordara que este arco “fue hecho por un vulgar herrero dragón de su territorio”, que está “fabricado con materiales sin valor sobrantes” y que “no tiene nada que ver con ella”.

Tal y como afirmó, realmente no había forjado ningún “arma tosca”. Aquellas piezas de jade eran tesoros (...) que había custodiado durante años, y ni siquiera (...) podría abrasarlos. Una pena lo de las cuerdas de arco, sin embargo, ya que seguían siendo ordinarias. De haberlo sabido, le habría hecho forjar una espada.

Bueno, no importa. Mi queridísima hija debe adorar este “regalo de un vulgar herrero dragón”, Ix Je'lal K'ua'l Ka'. Ya pensaré cómo recompensarla más tarde...

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