
![]() | Name | El eco de la caracola (I) |
Type (Ingame) | Objeto de misión | |
Family | Book, loc_fam_book_family_1069 | |
Rarity | ![]() ![]() ![]() ![]() | |
Description | Una historia que ha sido muy popular en esta tierra desde siempre y que trata sobre unos niños que hablan a través de caracolas en los páramos fronterizos. Ya nadie sabe cuál fue su autor original. |
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Item Story |
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Item Story
“Entrégame la caracola que llevas en la mano y no te daremos más problemas”. El muchacho, apuesto y seguro de sí mismo, se acercó con sus seguidores hasta la hoguera, jugando con la hoja de su cuchillo. Era la trigésima noche de exilio en aquel paraje desierto que, entre susurros, los niños y niñas llamaban “El Confín”. Ese cuchillo, antes usado para cortar madera, segar hierba fina, abrir frutos o eliminar a quien se interpusiera en su camino, ya no tenía el filo de antaño. Los adultos que intentaban dominarlos ni siquiera alcanzaron a desenvainar sus hojas antes de exhalar su último aliento. En la actualidad, nadie conoce siquiera el paradero de la funda del cuchillo. “¿De verdad quieres esta caracola?”. El que sostenía la caracola era el más bajito del grupo; todos lo llamaban “Tapón”. “Sí”. “¿Por qué?”. “¿En serio lo preguntas?”, respondió el chico apuesto, sonriendo. “Tú mismo lo sabes, Tapón, la regla la pusimos nosotros. Quien tenga la caracola, tiene derecho a hablar”. Era el pacto secreto de los niños junto al fuego, un acuerdo para resistir a los adultos que les trataban como esclavos. Para dejar de ser solo exiliados y sobrevivir en ese rincón inhóspito y triste. Así, los niños resolvieron elegir a uno de ellos: un compañero de su misma edad, pero capaz de guiarlos fuera de la adversidad; alguien que estuviera de su parte y no temiera al poder; alguien astuto, que pudiera sostener la caracola y convertirse en el líder de todos. Habían robado la caracola durante las tareas diurnas junto al mar, aprovechando un descuido de los mayores. Aquello también probaba que incluso ellos tenían puntos débiles. Para los niños, suele ser una desilusión descubrir que sus padres no son héroes omnipotentes cuando salen de la infancia, sin embargo, para ellos, era la mejor noticia posible. Pero... El orden soñado nunca llegó. O, mejor dicho, la crueldad todavía salvaje que anidaba en el corazón de aquellos muchachos no hizo más que crecer sin nadie que la contuviera. Si la violencia podía derribarlo todo, ¿por qué no habría de usarla para quedarse con todo aquel capaz de ella? Con todo... lo que incluía la caracola, o lo que esta representaba en su pacto. “¿Crees que puedes quedarte con la caracola?”. “He sido el que más ha trabajo y el que más ha conseguido. Y además, quien tiene el cuchillo en la mano soy yo”. “Entonces serás nuestro amo”. “Claro. Yo seré su amo”. “¿Como lo fueron esos adultos?”. “Quizá eso no sea tan malo”. Bueno, si ese era el caso... Como diciendo eso, el chico más bajo se incorporó iluminado por las llamas de la hoguera. Dándole la espalda al fuego, su rostro quedó oculto para todos. Sin embargo, el joven apuesto tuvo la extraña impresión de que sonreía, y una incómoda sensación de incertidumbre le invadió el pecho... Hasta aquella noche, había creído tenerlo todo bajo control, como el mango de un cuchillo firmemente sujeto en la mano. Tapón le entregó la caracola y entró en el bosque. Tras aquella noche, el chico que una vez había tenido la caracola desapareció como si se lo hubiera tragado la tierra. |
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