La brujita y el fuego inextinguible (VII)

La brujita y el fuego inextinguible (VII)
La brujita y el fuego inextinguible (VII)NameLa brujita y el fuego inextinguible (VII)
Type (Ingame)Objeto de misión
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DescriptionAunque está bellamente encuadernado, todo el texto está escrito a mano. A juzgar por la caligrafía, hubo más de un autor. “He encontrado el sentido de escribir, y es para contarte cuánto deseo que estés aquí conmigo”.

Item Story

Arrastrada por las grandes olas del océano del tiempo y habiendo tenido que atravesar incontables vórtices de sucesos e hilos de telares, la brujita se perdió muchas cosas. Incluso la ceremonia de despedida de las grandes brujas, a las cuales tanto admiraba, terminó solitariamente al no contar con su asistencia.
Pero ya daba igual, pues después de superar tantas pruebas y desafíos de todo tipo, por fin se encontraba frente a la bruja anciana. En realidad, la brujita no sabía qué más podía decir sobre lo que había vivido, ni tampoco sabía por qué le había llevado tanto tiempo llegar hasta ahí. Al fin y al cabo, lo más importante era la hora del té de las brujas y el objetivo tras el que iba.
En realidad, al comienzo de su viaje ya vio un cielo —o una caverna, pues todas sabemos que no hay ninguna diferencia entre ambas cosas— tan oscuro como el carbón, el cual luchaba contra la oscuridad que asediaba al mundo desde todas las direcciones y en el cual brillaban tenuemente unas estrellas. Después de que el universo se sumiera en la oscuridad y todas las estrellas, incluida aquella llamada “Sol”, se hubieran apagado una tras otra, se decidió que se le llamaría “Escorpio”. La brujita recordó que las brujas habían contado esa historia en la hora del té, pero no recordaba ningún detalle, solo ese nombre.
En cualquier caso, la brujita había llegado a donde estaba la bruja anciana, que era la única que aún se encontraba en Escorpio. Sin embargo, su llama ya estaba muy débil y no le quedaba más que una pequeña ascua. La brujita le agarró de la mano, que ya estaba tan seca y frágil como la rama de un árbol, y pensó que la bruja anciana debió de ser también una brujita en su momento. Seguro que, en el pasado, sus manos eran tan puras y blanditas como las suyas, y seguro que con ellas había bebido elegantemente de una taza de té, había usado magia y había iluminado muchos mundos con su fuego.
La brujita dijo:
“Nadie quiere que el fuego se apague, pero parece que es inevitable. En la anterior despedida (tú también estabas), las longevas brujas dijeron que perderían muchas cosas a lo largo del infinito paso del tiempo, y que cada vez les daría más igual la vida, la muerte, el amor y el odio. Pero en realidad, no era más que una mentira para consolar a los compañeros que se fueron antes que ellas. Lo cierto es que, en un mundo sumido en la oscuridad y la desesperación, las brujas valorarán aún más el fuego, la luz y sus sombras.
Siempre dices que no eres como nosotras, pero siempre hemos pensado que eres la bruja más adorable y poderosa de todas nosotras. Siempre dices que no has dejado nada para la posteridad, pero en tus historias nos has dejado incontables mundos. Aunque pasen siglos o milenios, aunque llegue el día del juicio final, tan temido por cierta bruja astróloga, y aunque todas las longevas brujas mueran, la tenue luz que brilla en esos pequeños mundos nunca se apagará por completo. Así es, eres la bruja más poderosa de todas, mucho más que nosotras. Te echo de menos. Adiós”.
La bruja anciana no respondió, pues lo único que había en aquel lugar era una cáscara vacía sin apenas ninguna diferencia con respecto a las demás cáscaras que había visto la brujita en su viaje, y de composición prácticamente igual. Lo único que la diferenciaba de las demás era su minúscula llama.
La brujita se llevó el fuego que había incinerado a la bruja anciana y emprendió su viaje de vuelta a casa. Y así termina la historia. Pero la aventura de la brujita continuaría, pues estaba decidida a viajar por el universo con el fuego de la bruja anciana para iluminar cada rincón del tiempo.

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