La brujita y el fuego inextinguible (II)

La brujita y el fuego inextinguible (II)
La brujita y el fuego inextinguible (II)NameLa brujita y el fuego inextinguible (II)
Type (Ingame)Objeto de misión
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Description“¡Has escrito todo esto y no hay ningún avance en la trama! ¡Es todo ambientación!”. “¡Y qué sabrás tú! Además, ¡no es todo ambientación! ¡Hay elementos de distintas disciplinas y ciencias!

Item Story

Caía la noche en las profundidades del bosque.
La brujita viajaba en su escoba bajo una luna verde sangre.
En astrología, el color verde sangre simboliza un gran cambio cuyo resultado final no se puede predecir si traerá fortuna o desgracia.
Bueno, en realidad, dicho color hace referencia a los nefilim, la raza gobernante de este planeta. Son hijos de dioses y humanos, así que su sangre, roja como la de los humanos, se ha combinado con la sangre dorada de los dioses. Por su parte, el color verde de la luna es el resultado de la composición material de este astro, su distancia con respecto a la tierra y la atmósfera.

En fin, volviendo al tema: la brujita viajaba en su escoba bajo una luna verde sangre, cuando de repente se encontró con una joven que decía ser adivina.
“Quiero ser el espíritu familiar de una bruja”, dijo la joven.
Antes de aquel encuentro, la brujita siempre había querido aclarar una duda que tenía: “¿De verdad que los adivinos pueden predecir el destino?”.
La adivina le explicó a la brujita cómo funcionaba la adivinación. Lo que le dijo fue más o menos que...
En nuestro mundo, los astros son los hilos del cielo que dan impulso a la vida de las personas de la tierra, mientras que en otros mundos, la astronomía se dedica a investigar la energía de la eclíptica solar, la energía lunar de los satélites, la energía y la voluntad de los gobernantes celestiales de los planetas, la energía caótica e interferencial de las lejanas estrellas y la energía oscura del universo. Estos fenómenos también afectan a nuestro planeta, pero sus efectos son mitigados por un obstáculo celeste gigante. Es por eso que la astronomía de otros planetas es mucho más abstracta que la del nuestro.
Por cierto, en otros planetas denominan “gobernantes” a los cuerpos celestes reales, mientras que a los teóricos los llaman “imaginarios”. Y el planeta en el que estaba la brujita no era ninguna excepción.
También llamamos “gobernante” a aquellas voluntades que descienden del cielo. Generalmente, en los planetas en los que existe vida e inteligencia, hay siete gobernantes, a los cuales se conoce como “Los Siete”. En cambio, en los cuerpos celestes teóricos, esta cifra varía entre uno, dos, cuatro, etc. Es posible que en el planeta en el que estaba la brujita solo hubiera uno. En el caso de los cuerpos celestes teóricos, el cuerpo “imaginario” suele ser un “sol oscuro”.
En esencia, los astrónomos y los astrólogos se dedican a hacer valoraciones y cálculos sobre el obstáculo celeste, el universo, los gobernantes y los imaginarios, para luego inferir el desarrollo y las tendencias de cada persona en un mundo u otro. Nuestro planeta tiene un obstáculo celeste tan extremadamente pesado que basta con investigar solamente dicho obstáculo para obtener una predicción muy exacta. En cambio, en el mundo en el que estaban la brujita y la adivina, había que calcular una gran fórmula entera.

Tras escuchar la explicación, la brujita sintió una enorme admiración por el conocimiento y las técnicas de la adivina.
Ahora sí podían hablar del tema del espíritu familiar. Cuando alguien se convertía en el espíritu familiar de una bruja, podía usar su magia, lo que, a su vez, le permitía ver mejor el destino. Sin embargo, ser un espíritu familiar también podía tener efectos secundarios inesperados, por lo que era complicado predecir un resultado.
Ah, sí, volviendo al tema en cuestión: una luna de color verde sangre simboliza un gran cambio cuyo resultado final no se puede predecir si traerá fortuna o desgracia.

“Lo siento, aún no soy una gran bruja, así que no puedo convertirte en mi espíritu familiar”, explicó la brujita.
“Conozco otra forma de hacer un pacto con una bruja. Puede que esa sea la única forma”, respondió la joven.
La noche, que justamente coincidía con la Fiesta Nocturna de las brujas, estaba iluminada por una luna de color verde sangre.

Por cierto, la Fiesta Nocturna era una antigua ceremonia prohibida. Cuentan que la magia de las brujas alcanzaba su máximo poder esa noche. Organizaban dicha ceremonia en secreto, hacían ofrendas y se pasaban la noche prendiendo hogueras. Se trataba de una costumbre del extremo occidental del mundo mágico que había caído en el olvido, pero por alguna razón la habían recuperado en las profundidades del bosque. En teoría, solo las grandes brujas y otras personas superiores a ellas podían ser invitadas e invitar a otros a esta ceremonia.
En realidad, participar o no en la Fiesta Nocturna dependía directamente del estado de ánimo o matrimonial de las brujas.

Pero volviendo al tema: aunque, por alguna razón, la adivina sabía eso sobre las brujas, la brujita no entendía qué era lo que le estaba pidiendo. Así pues, decidieron ir a la Fiesta Nocturna con la excusa de que la brujita estaba preocupada por encontrar el fuego inextinguible.

Las grandes brujas bailaban alrededor de una hoguera bajo la luz de la luna verde sangre.
La brujita y la joven que decía ser adivina se escondieron bajo la sombra de un árbol que, al ser más densa que una nube, impedía que la luz la iluminara.

“Solo tenemos que esperar hasta el día siguiente después de la antigua Fiesta Nocturna prohibida. Entonces, las brujas desaparecerán cuando se vean los primeros rayos del alba.
Entre las brasas grisáceas habrá una llama de fuego inextinguible. Cuando un mortal se la lleve para darla como ofrenda, equivaldrá a hacer un pacto con una bruja”, explicó la joven.
“¿Ese método es infalible?”, preguntó la brujita.
“Existe la posibilidad de ser rechazado por la bruja en cuestión, pero... a las brujas les suele gustar hacer de médiums, y a mí no me da miedo convertirme en un monstruo horrible”, respondió la joven con entusiasmo.
“Entonces, ¿dices que esto es el fuego inextinguible? ¿Y por qué no nos lo llevamos?”, dijo la brujita dejando ver sus pensamientos más oscuros.

Bajo una luna verde sangre, las grandes brujas cantaban una de sus canciones:
“Si una ópera de brujas todo fuera,
ya no habría nada real por lo que sentir tristeza.
Nuestra fiesta ya terminó,
mas la historia no se detendrá,
y cada día, noche de brujas habrá”.

La brujita, que escuchaba la canción a escondidas, se sintió tremendamente avergonzada. Pero no porque le preocupara que entre las grandes e importantes brujas que había allí estuviera su profesora, la directora de su escuela o la jefa de estudios, ya que la brujita conocía a todas las personas de su escuela y estaba segura de que allí no había nadie conocido.
Que, por cierto, aunque la escuela a la que ella asistía tenía un sistema de profesora-alumna más o menos laxo, también contaba con listas en las que se enumeraba a las personas por edad. En las horas libres de clase, se permitía a las alumnas de distintas profesoras hablar entre sí. La creación de este sistema data de la remota época en la que surgieron las Brujas del Oeste. Estas no censuraban el intercambio y el aprendizaje mutuo de conjuros y rituales secretos, lo que hizo que su influencia se expandiera muy rápidamente en su época. Y efectivamente, la brujita de esta historia era descendiente directa de las Brujas del Oeste. En fin, no crean que todo esto lo he dicho porque antes me olvidé de dar más contexto.

Volviendo al tema, la brujita le dijo a la adivina:
“¡Ármate de valor y aprovecha para hacerlo ahora que tienes la oportunidad! Cuando se vea el alba, llévate esa llama y, si tienes la mala suerte de convertirte en un monstruo, pondré fin a tu vida de inmediato para que no tengas que sufrir”.
Como muestra de agradecimiento por su amistad, la joven le regaló a la bruja su preciada bola de cristal.
“Esta es una bola de cristal que siente alegría por todos los destinos que ya se conocen, que siente desazón por todas las tragedias que aún no han sido reveladas. Si alguna vez te sientes perdida, ¡deja que ella te muestre el camino!”.

En realidad, aquella bola de cristal también tenía su historia, y es que...

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