Manuscrito de la diosa (II)

Manuscrito de la diosa (II)
Manuscrito de la diosa (II)NameManuscrito de la diosa (II)
Type (Ingame)Objeto de misión
Familyloc_fam_book_family_6969327, Non-Codex Series
RarityRaritystr
DescriptionUn manuscrito escrito por la autora de un cuento de hadas. Por alguna razón, el papel tiene un agujero que parece...

Item Story

...
El sabio Antonio, que se hallaba en el\nsótano de una casa a punto de\nderrumbarse, había comenzado a leer un
libro antiguo que encontró. Su lámpara\nde aceite temblaba ligeramente cada
cierto tiempo debido al derrumbe de los
pisos superiores del edificio.
La aldea iba a ser destruida\nsimbólicamente por el dragón, y este\nhabía elegido a Antonio por no haber
vuelto a casa a aquella noche. No\nobstante, a Antonio no parecía
importarle. Solo deseaba poder\ninvestigar aquel libro que
una anciana le había dado cuando cruzaba\nel puente aquel día.
El libro se llamaba «Car█a █agnífica».
En él, se documentaba█ l██ reglas que\ndebían respetar todos lo███eres de
Simulanka. Había sido escrito en la\nlengua de la creación primordial.
Pero de no haber sido por la sabiduría\nindiscutible que Antonio poseía, habría
sido imposible investigar y descifrar\naquel texto antiguo.
En este libro no se proponían soluciones\npara resolver la dificultad a la que se
estaba enfrentando la Aldea de las\nConstelaciones, y tampoco pudo serle de\nayuda para reparar su casa derruida.
Sin embargo, él sabía que su sabiduría
era lo más valioso que poseía.
Los rayos de sol de la mañana brillaban\na través de las ruinas de lo que había\nsido su casa, y el herrero y el jefe
rechoncho de la aldea, que vivían en los\nalrededores, tuvieron que invertir\ngrandes esfuerzos para poder deshacerse\nde los escombros que bloqueaban la
puerta del sótano de la casa.
Con ojeras marcando sus ojos, Antonio se\ndirigió al jefe rechoncho y le dijo:
“Me voy a cazar al dragón. Regresaré\nenseguida”.
“¿A qué viene tanta prisa? No parece que\nhayas dormido bien”.
“Es solo el humo de la lámpara de\naceite, no te preocupes”.
...
El dragón, que estaba sentado sobre la\ncima de una gran montaña de tesoros,\ndirigió su vista hacia abajo
contemplando cómo aquel insignificante\nhombre se aproximaba hacia él. En su\ngarganta acumulaba llamas de fuego,
preparándose para carbonizar el área que\nse situaba a un centímetro de él solo
para asustar a aquel pequeño humano que\nhabía osado visitarle.
“¡Detente! Soy un maestro certificado de\nsegundo rango. Según dice en la «Carta
Magnífica», si yo me niego a combatir en\nun duelo contra ti, tú no puedes
recurrir a la fuerza”.
Era cierto que aquella restricción\nexistía, por lo que el dragón se tragó
sus llamas. Pensó en lo incómodo que\nsería ir al baño al día siguiente.
Antonio jamás se habría imaginado que\nprepararse para aquel examen para el
certificado de maestro de segundo rango\nle resultaría útil algún día.
“Y ya que soy un maestro de segundo\nrango, te invito a participar en un
duelo de preguntas y respuestas. ¡Y no\ntienes derecho a negarte!”
Era cierto que, en aquel momento,\nSimulanka contaba con esa ley.
Principalmente, beneficiaba a las\nesfinges, a los sabios ancianos y a las
princesas que adoraban hacer más\ndifíciles las vidas de los demás. El\ndragón nunca se había planteado antes
que llegaría el día en el que esa ley le\nafectaría.
“Mi primera pregunta es: Si vendí mi\ncasa por 8000 Moras ayer, pero yo,
pensando que podría conseguir un mejor\nprecio, la volví a comprar por 9000
Moras con la idea de venderla por\n10 000, ¿cuántos Moras he perdido al
final?”.
El dragón se rio con desdén y exclamó:\n“¿Qué tiene esto de difícil? Está claro
que deberías haber esperado a que\ntuviera un valor de 10 000 antes de\nvenderla en primer lugar. Pero la
vendiste por 8000, y luego la compraste\nde nuevo por 9000, así que perdiste 1000
Moras que podrías haber ganado desde un\nprincipio”.
“Respuesta incorrecta. Ayer quemaste mi\ncasa, así que no pude venderla a tiempo
y mi pérdida ha sido mucho mayor”.
“P-perdón. Es cierto que quemé una casa,
pero tú no estabas dentro, así que elegí
la tuya, para no hacer daño a nadie”.
“Ahora que has perdido el duelo, tengo\nel derecho de cobrar el valor
equivalente a tu vida menos un Mora. Y
teniendo en cuenta que quemaste mi casa,\npuedo reclamar una compensación por
daños y perjuicios. Asumamos que mi casa\nsolo vale 1 Mora. Bien. En ese caso,
dragón malvado, tendrás que destruirte\na ti mismo”.
“P-por favor, perdóname. ¡Te daré
cualquier cosa que desees!”
“Has sido tú quien ha pronunciado esas\npalabras, no yo”, dijo mientras sacaba
un contrato que había escrito tiempo\natrás.
...
Así fue como Antonio se sirvió de su\nsabiduría para llevarse todos los
tesoros del dragón. El dragón,\ndevastado, no volvió a atacar la Aldea
de las Constelaciones donde vivía\nAntonio.
Años después, un niño preguntó a\nAntonio:
“Vendiste tu casa por 8000 Moras y la\nvolviste a comprar por 9000. Así que
realmente perdiste 1000 Moras”.

A. A.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

TopButton