La primera incursión de Sundiata

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La primera incursión de Sundiata (I)
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La primera incursión de Sundiata (II)
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La primera incursión de Sundiata (III)
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La primera incursión de Sundiata (I)
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La primera incursión de Sundiata (III)

La primera incursión de Sundiata (I)

La primera incursión de Sundiata (I)
La primera incursión de Sundiata (I)NameLa primera incursión de Sundiata (I)
Type (Ingame)Objeto de misión
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DescriptionUn pergamino heredado durante generaciones entre los Vástagos del Eco. Cuenta la leyenda de hace 500 años de Sundiata, cuando era joven.
Oh, hermanos, hijos míos, escúchenme bien.
Escuchen bien mi nombre: Djeli Mamoudou, de los Vástagos del Eco.
Soy cantante de la tribu, portavoz de historias épicas.
Mi linaje se remonta a Bilali, primer cantante de épica.
Y Keitan Kouyaté y Bintu Kouyaté son mis orgullosos predecesores.
Un día, Bilali siguió a un sabio errante para aprender su profusa retórica.
Y los Kouyaté tejieron textos antiguos en alfombras y tiendas de fieltro.

Mi mente comprende al Maestro Dragón y a los reyes bárbaros de épocas olvidadas.
Mis palabras pueden competir con las del más locuaz manitú.
Mis historias revelan muchas verdades, y mis palabras purifican la mentira.
Las historias disipan la falsedad, cual espejo cristalino que refleja la realidad.
Tales espejos brillan con la luz iridiscente de antaño, pero también la oscuridad puede llegar a ser deslumbrante.
Deslumbrante cual destello en los ojos insondables de los muertos.
La historia enseña a los supervivientes, pero las historias hunden sus raíces en los que ya no están...
Tan cierto como que los tesoros del futuro brotan de las venas del pasado.

Vengan, acérquense y escuchen mis alabanzas de este héroe.
Escuchen mi oda a los hijos del bisonte, a los hijos del rinoceronte.
Narraré las hazañas y el destino de Magan Sundiata.
Narraré las ambiciones y pasión de Mali Diata.
Cantaré alabanzas de la ilustre reputación de Sogolon Diata.
Y de la batalla final de Nare Magan Diata contra su archienemigo...
¿Acaso hay algún héroe que posea tantos títulos?
¡Pues no hay sortilegio ni espíritu maligno que le pueda hacer ni un rasguño!

Hermanos míos, hijos míos, orgullosos Vástagos del Eco.
Escuchen, y les hablaré de cien mil reyes bárbaros olvidados.
Escuchen cómo fueron derrotados a las heroicas manos de Sundiata.
Y cómo, una vez conquistados, lucharon a su lado.
Permítanme contarles cómo los enemigos se convierten en amigos, cómo el salvajismo puede dar luz a la bondad...
Déjenme contarles cómo ejércitos oscuros surgieron como una montaña.
Y cómo cayeron ante el poder de Sundiata.
Pues esta es una historia de hazañas jamás contadas, y de sacrificios que nunca han sido comprendidos...

La primera incursión de Sundiata (II)

La primera incursión de Sundiata (II)
La primera incursión de Sundiata (II)NameLa primera incursión de Sundiata (II)
Type (Ingame)Objeto de misión
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DescriptionUn pergamino heredado durante generaciones entre los Vástagos del Eco. Cuenta la leyenda de hace 500 años de Sundiata, cuando era joven.
Es como dicen. Muchos sabios no son de noble cuna.
Así pues, el linaje de Sundiata tampoco se había visto mancillado por la antigua realeza.
Las viejas historias se han desvanecido como ríos de sal en la oscuridad de una mina.
Dejando tras de sí únicamente brillantes fragmentos de verdad para que los poetas los revelen.
Lo mismo ocurre con Sundiata, pues muchos son los relatos de su origen.
Los amigos estarán dispuestos a embellecerlo, mas entre sus enemigos no abundarán los elogios.
¿Cómo se llamaban sus padres? ¿A qué tribu pertenecían?
Sin embargo, los pálidos rayos de las tres lunas permanecieron en silencio, sin obtener respuesta.

Cuentan antiguas canciones que Sundiata nació gracias al favor del lucero del alba.
Su madre no era bella, y su padre no era fuerte.
Pero a los astros que todo lo ven, no les importaba la apariencia de los mortales.
Pues tejer el destino celestial y terrenal es una tarea divina que perdura por toda la eternidad.
Cuando Sundiata era joven, los Vástagos del Eco estaban bajo el mando de Mbande.
La matriarca Mbande, bella como la obsidiana, fue antaño la señora de las minas y las piedras preciosas.
Ella eligió al joven Sundiata como guerrero de la tribu.
Fue entonces cuando dio comienzo la historia del gran héroe y señor de las minas.

El joven Sundiata comenzó su carrera en las minas.
Su figura infantil parecía más pequeña que los pesados martillos.
Sin embargo, el muchacho los blandía con destreza, como si de una ráfaga de viento se tratara.
“¡La mina está a punto de colapsar!”, gritaron los guerreros ante el repentino peligro.
“¡Jaja! ¡Hermanos, hermanas, no teman!”.
“¡Solo es mi martillo invocando una ráfaga de viento! ¿Ven? *Flush, flush*”.
Cada golpe del martillo hacía saltar chispas de la roca.
Fue un espectáculo que asombró y alegró a los espectadores y lanzó a Sundiata a la fama.

Tras el regreso de la matriarca Mbande al abrazo de la Señora de la Noche...
... Sundiata ya se había convertido en un joven fornido y valeroso.
La noche en que se eligió a un nuevo líder, Sundiata abandonó su tribu, completamente solo.
Él, el campeón de la tribu, no albergaba aspiración alguna de poder.
En vez de eso, buscaba una prueba de su orgullo como Vástago del Eco.
Con su resolución como compañera, embarcó en una aventura hacia una tierra lejana.
Sin embargo, su pasión fue malinterpretada por los miembros de su tribu, quienes lo consideraron un fugitivo, un traidor...

La primera incursión de Sundiata (III)

La primera incursión de Sundiata (III)
La primera incursión de Sundiata (III)NameLa primera incursión de Sundiata (III)
Type (Ingame)Objeto de misión
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DescriptionUn pergamino heredado durante generaciones entre los Vástagos del Eco. Cuenta la leyenda de hace 500 años de Sundiata, cuando era joven.
Sundiata había perdido su buen nombre al embarcarse voluntariamente en su aventura.
Se dirigió hacia el distante lago de lava hasta que su cuerpo padeció las llamas que de él se desprendían.
Aquel lago ardiente ya se ha enfriado, y los dragones ya no causan estragos en él.
Pero en aquella época, ese territorio estaba gobernado por el malvado dragón Lukwata.
Lukwata era uno de los pocos descendientes que quedaban de la antigua estirpe de los dragones.
Con un corazón malvado, se esforzaba constantemente por restaurar la tiranía de los antiguos dragones.
La antigua batalla, que sacudió cielo y tierra, acabó con todo su linaje.
Así pues, se replegó en las oscuras cuevas y se libró de un terrible destino.

Desprovisto de la servidumbre de sus siervos, Lukwata alcanzó la vejez.
Sus ojos se quemaron por el sulfuro y su mente se volvió obnubilada y llena de resentimiento.
Se hallaba inextricablemente atrapado en un sueño delirante de batalla contra los emisarios celestiales.
Así, permaneció ajeno a la era de los humanos que se había instalado en Natlan.
Cuando un esclavo insignificante se acercó a su guarida para retarle...
... El viejo dragón enfureció, se puso en pie y comenzó a escupir y maldecir.
Acompañado de llamas y azufre, de su boca tronaban maldiciones:
“¡¿Un despreciable esclavo se atreve a perturbar la paz de un rey?!”.

Sundiata divisó al legendario dragón maligno, ahora frágil y sin cordura.
Abrió la boca para reclamar la gloria de un rey, habiéndose olvidado de su propia raza.
Entonces, a carcajada limpia, Sundiata blandió su enorme martillo y le dijo al dragón con tono burlesco:
“No soy más que un minero sin nombre, no tengo nada de esclavo despreciable.”.
“¡Al igual que tú no eres ningún rey, sino un torpe lagarto!”.
Lukwata, furioso al oír estas palabras, estalló en otro ataque de ira salvaje.
Escupía lava sucia y brillante, y despedía nubes de humo negro como el carbón.
Sundiata, al verlo, no hizo ni una mueca, sino que levantó su martillo para golpear al dragón.

Lukwata estaba viejo y enfermizo, pero cuando se enfurecía seguía siendo aterradoramente imponente.
Y mientras el gran calor del magma abrasaba el pelo y las cejas de Sundiata...
El veneno del dragón se filtró en su piel y en sus órganos internos. El dolor fue agónico e insoportable.
Los colmillos amarillentos dejaban marcas supurantes, mientras que las garras desgarraban viejas cicatrices.
Sundiata, desafiando la agonía, blandía su pesado martillo incesantemente.
Hasta que el áspero cráneo del dragón se abrió, y el humo negro se disipó con las embestidas del martillo.
Cuando el alma del viejo dragón se disipó, el lago de lava se enfrió por la mitad.
Sundiata se tumbó, satisfecho. ¡Ahora sí que se había convertido en un héroe verdadero!

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