
![]() | Name | Coquitao el decapitado (II) |
Type (Ingame) | Objeto de misión | |
Family | loc_fam_book_family_1066 | |
Rarity | ![]() ![]() ![]() | |
Description | Un pergamino de los Augures Vientonocturno. Se dice que las historias que contiene son más antiguas que la propia tribu, una afirmación que resulta difícil de verificar. |
Item Story
Al ver que su héroe elegido corría una suerte tan miserable, la dueña de las estrellas celestiales se llenó de dolor y cólera, y ordenó a sus tzitzímitl que descendieran a la tierra. Allí, guiarían a Coquitao, que había perdido la cabeza, hacia su venganza. Durante esta larga y oscura era, la gente fue testigo de cómo el cuerpo sin cabeza de Coquitao caminaba por las noches de luna, agarrando con fuerza su garrote de piedra Makana. Algunos dicen que se transformó en un espíritu de leopardo negro que atravesaba silenciosamente bosques y llanuras, llevando pesadillas e inspiración a los sacerdotes que meditaban profundamente. Así vagó Coquitao durante largas noches durante no se sabe cuánto, cambiando de forma incontables veces y atravesando tierras inundadas de sangre, serpenteando por altares que antaño complacieron al señor de los cielos. Finalmente, encontró al despreciable traidor Nagual en el reino de la tierra quemada, mientras este descansaba en un oasis, sorbiendo sangre de serpiente venenosa y jugos alucinógenos de Mexicali. Entonces, Coquitao el decapitado levantó a Makana en alto y lanzó un golpe, el cual destrozó el cráneo del traidor como el oráculo ilusorio de Mexicali. Luego, cayó otro golpe, y otro, mientras Coquitao el decapitado y Makana devolvían al Nagual a su ardiente hogar natal... Pero aunque su venganza se hubiere completado, el espíritu de Coquitao ya era uno con la vida de la tierra, de donde ya no podría regresar jamás. En aquel cuerpo sin cabeza no quedaba más que una rabia eterna, ardiente y helada, semejante al frío sol en los cielos nocturnos de la tierra que él llamaba hogar. Mucho, mucho tiempo después, incluso después de que la deidad de la canícula, los astutos gemelos y la maestra de la falda de jade hubieran fallecido, después de que las tzitzímitl nacidas de las estrellas hubieran empezado a parpadear, decayendo su luz, afirman los tejedores que la llama iracunda de Coquitao sigue sin apagarse. Su figura sin cabeza aún vaga de noche por las llanuras plateadas, merodeando por los profundos bosques ahogados en sombras. Dicen que muchos héroes han heredado a Makana en tiempos de tumulto y problemas, siendo el legendario tirano Och-Kan uno de ellos; él también halló su fin en las llamas iracundas... pero esa es otra historia. |
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