Cuentos secretos de Inazuma (I)

Cuentos secretos de Inazuma (I)
Cuentos secretos de Inazuma (I)NameCuentos secretos de Inazuma (I)
Type (Ingame)Objeto de misión
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DescriptionUna colección de historias populares de Inazuma transcritas por un escritor viajero de Fontaine. Sus páginas contienen una gran cantidad de mitos y cuentos maravillosos transmitidos oralmente por todo tipo de gente.

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La misteriosa mujer de Genbou

Érase una vez, un funcionario llamado Takehiko. Este joven era extraordinariamente apuesto y elegante. Se dedicaba al estudio de las artes marciales y las letras y era admirado por todos sus compañeros. Un día, Takehiko fue a visitar a Emon no Kami, el jefe de la guardia de las puertas, el cual estaba enfermo, y en su casa se encontró con su única hija, llamada Sayohime. La muchacha estaba en la flor de la vida y su belleza no tenía igual, de manera que cada sonrisa que esbozaba y cada movimiento que hacía eran verdaderamente dulces y gráciles. Takehiko y Sayohime se enamoraron a primera vista, y él pronto le propuso matrimonio a ella a escondidas de su padre. Así, solo tenía que esperar a que ambos llegaran a la mayoría de edad para hacer una proposición formal.

Sin embargo, el tiempo pasó volando y, poco después, estalló una rebelión. Takehiko decidió aceptar la llamada del shogunato y fue a combatir contra los insurgentes. Cuando Sayohime se enteró de ello, fue corriendo a buscarlo y le dijo entre lágrimas:

“Hoy te marchas y no sé cuándo volverás. Sin embargo, temo quedarme sola, pues la guerra está llena de peligros y podría pasarte cualquier cosa. Me dan igual la riqueza y el estatus. Si de verdad me amas, por favor, quédate conmigo y deja que sea tu esposa. Lo único que deseo es ser feliz contigo para siempre”.

Después, Sayohime cantó una breve canción cuya letra, al traducirla, decía más o menos así:
Te extrañaré tan profundamente que mis lágrimas sin cesar caerán.
Seré como el rocío otoñal: un espejo en el que el polvo se esparcirá.

Sin embargo, aquella letra no logró convencer a Takehiko, que respondió:

“Sayohime, no tienes por qué preocuparte. Aunque tengamos que despedirnos por el momento, te juré que mi corazón solo te pertenece a ti y que estaré contigo para siempre. Además, habiendo nacido en esta época, tengo la oportunidad de hacer valer mi honor. No puedo quedarme de brazos cruzados mientras tiene lugar una guerra. Cuando regrese, nos casaremos y jamás nos volveremos a separar”.

Tras decir eso, Takehiko le regaló a Sayohime un hermoso espejo de mano que ella debería llevar durante la boda, tras lo cual entonó otra breve canción cuya letra, al traducirla, decía más o menos así:
Aunque no sepamos cuándo nos reencontraremos, mi promesa será invariable.
Estaremos separados por la distancia, mas nuestro amor permanecerá imperturbable.

Pasaron los años y empezaron a correr rumores de que el ejército del shogunato había sufrido una derrota con graves bajas. Al enterarse de ello, Sayohime se sintió tan angustiada que incluso enfermó y, al poco tiempo, falleció de tristeza. Por su parte, Takehiko regresó como un héroe de la guerra, pero nunca fue capaz de superar la muerte de su prometida, por lo que todos los días le hacía ofrendas de fruta e incienso.

Sin embargo, tal vez debido a la profunda añoranza que sentía, Sayohime no solo no encontró el descanso tras su funeral, sino que fue contaminada por el Abismo y se transformó en un fantasma. Ese mismo día, visitó a Takehiko a medianoche. Aunque seguía siendo tan joven y hermosa como siempre, había perdido toda su vitalidad, lo que se podía ver en las negras y huesudas extremidades en las que se habían convertido las manos con las que solía acariciar suavemente las mejillas de Takehiko. Aunque este era samurái, se sintió totalmente aterrorizado al ver a la joven y salió corriendo hasta llegar a la orilla de un río. Allí, le pidió a un barquero que lo salvara y que lo ayudara a cruzar a la otra orilla. Cuando Sayohime llegó al río, ya no había ni un solo bote, por lo que se zambulló en el agua, transformó sus piernas en aletas y persiguió a su prometido hasta la otra orilla.

Takehiko, que había huido hasta la Montaña Yougou, aprendió la magia de transformación de los tanuki y se escondió dentro de una piedra. Como en la zona había piedras por todas partes, Sayohime no iba a tener fácil encontrarlo por más que lo buscase. Pero entonces, justo cuando la muchacha no sabía qué más hacer, el espejo que le había regalado su prometido se le cayó al suelo y se rompió en mil pedazos, en cada uno de los cuales se reflejó la piedra en la que estaba escondido Takehiko.

Sayohime abrazó la piedra mientras lloraba a lágrima viva y le contaba a Takehiko todo lo que lo extrañaba. También le instó a recordar el juramento que hizo, pero él tenía tanto miedo que siguió sin atreverse a aparecer físicamente. Completamente desesperada y negándose a separarse de su amado, la angustia de Sayohime era tan ardiente que terminó convirtiéndose en una bola de fuego. Ella aprovechó esto para esconderse junto a Takehiko en la piedra y, en consecuencia, ambos ardieron hasta hacerse cenizas.

Una vez que mi amiga terminó de contarme la historia, me preguntó con mucho interés qué me parecía.

“Según mi perspectiva como persona de Fontaine...”, le respondí, y proseguí: “Ese tal Takehiko no amaba realmente a Sayohime. En nuestras óperas, los amantes son inseparables, de manera que, si uno muere, el otro también decidirá morir voluntariamente. Esto se refleja claramente en la promesa que hicieron Drest y Adsiltia, la lucha de Tancredo junto a Cariclea y la despedida de Coppélius y Coppélia. En nuestra nación hay una novela clásica que define el amor de la siguiente manera: ‘Aunque me quede sin carne, huesos y órganos, seguiré estando junto a ti con el tuétano de mis huesos’. Si le juró a su amada que estaría con ella para siempre y nunca se separarían, debería haberse sumido en el descanso eterno junto a ella incluso aunque esta hubiera sido contaminada por el Abismo. Puesto que el Sr. Takehiko es un samurái de Inazuma, debería considerar toda promesa como algo sagrado”.

“Así es, tiene usted razón. La mayoría de la gente de Inazuma considera a Takehiko un traidor cobarde, pero no por no corresponder el amor de Sayohime, sino porque, al verse ante un monstruo del Abismo, decidió huir y esconderse en una piedra en lugar de ayudar a su amada a liberarse de aquel tormento. Por eso, no merecía otro final más que el de su imagen reflejándose en los pedazos del espejo y finalmente convertirse en cenizas”, dijo mi amiga mientras se servía un poco de té, y añadió: “Al parecer, esta historia está inspirada en una novela de Liyue en la que el protagonista es fiel a su amada de principio a fin. Ambos permanecen mucho tiempo separados, pero es por culpa de unos malhechores que encierran debajo de una piedra a la muchacha, la cual se había transformado en un monstruo. En cualquier caso, eso no tiene nada que ver con la leyenda de esta historia. A mí lo que me interesa saber es qué haría usted en una situación como esa. Por ejemplo, si yo me convirtiera en un monstruo debido a la corrosión del Abismo y le pidiera a usted que me siguiera contando la historia...”.

“Si le pasara eso y lo primero que hiciera es pedirme que le contara una historia, entonces querría decir que está usted bien. Al fin y al cabo, usted da mucho más la lata que Sayohime en esa historia. Bueno, Srta. Usa, vamos, sírvame otra taza de té, que ya he terminado esta”.

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