Manuscrito inacabado

Manuscrito inacabado
Manuscrito inacabadoNameManuscrito inacabado
Type (Ingame)Objeto de misión
FamilyNon-Codex Series, Non-Codex Lore Item
RarityRaritystr
Description¿?

Item Story

Hace mucho, mucho tiempo, en una era en que las montañas rebosaban de tesoros preciosos, las estrellas se alineaban formando serpientes luminosas y los sueños nocturnos se llenaban de colores vibrantes...
Había un armiño hembra de color blanco (¿O mejor ratón? ¿Quizá un conejo blanco? Da igual, ¡ya me decidiré después!) que vivía en esta próspera y tranquila ciudad. Todos los vecinos y amigos la llamaban “Nieves” (¿y cuál sería su nombre original? Bueno, ¡ya veré!).
Nieves lucía un pelaje de un blanco puro, tan inmaculado como la nieve perpetua en la cima de una montaña, sin una sola mancha. Sus ojos brillaban con el resplandor silencioso del cielo nocturno, y su voz era brillante y clara, como si manos invisibles tocaran un delicado instrumento, o como si alguien vertiera un suave vino dorado en una copa...
Toda la gente de la aldea deseaba verla cada día, aunque solo fuera para saludarla.
Abrumada por tanto halago y rodeada de joyas lujosas, Nieves se olvidó completamente de quién era... incluso llegó a renunciar a su propio nombre (maravilloso, ¡problema resuelto!).
“¿Dónde está mi regalo de cortesía?”, preguntó Nieves mientras extendía la mano. Ni siquiera se molestó en abrir la puerta por completo. A través de la rendija, solo se podía ver una pulsera cubierta de rubíes en su esbelta muñeca, brillando.
“Eh...”, murmuró el visitante con una expresión preocupada.
“¡Pum!”, la pequeña puerta se volvió a cerrar.
La pura, noble y venerada señorita regresó a su tocador para esperar la llegada de su próximo admirador “sincero”.
Su deseo era encontrar el marido de sus sueños.
Pero está claro que solo alguien que ya poseyera el tesoro más preciado del mundo podría pedirle la mano...

Aquel día, un tal Sr. Gato llegó a la aldea. Era un errante que venía de un lejano reino del norte y vestía un pelaje espeso y bien cuidado; estaba tan arreglado que si te acercabas, podías oler lo que había comido en su última cena (mi gato está sentado encima de mí, lamiéndose... y huele a pescado). Sus ojos verde esmeralda irradiaban una sabiduría que superaba las expectativas de cualquier persona común.
Los amables habitantes de la ciudad acogieron hospitalariamente al viajero. En el tiempo que tardó en beberse tres tazas de cerveza, ya se había enterado de todos los acontecimientos notables de la ciudad y de no menos de cinco previsiones meteorológicas diferentes para el día siguiente.
De todo lo que le habían contado, lo que más le interesó fue Nieves.
“¿Dónde podría encontrar a esta hermosa dama?”.
“Eh... Si yo fuera tú, no perdería el tiempo”.
“¿Por qué lo dices?”.
“Nieves adora los tesoros raros, y en los últimos dos años, se ha estado volviendo cada vez más exigente. Si no posees inmensas riquezas, te sugiero que la olvides por completo. ¡Es por tu propio bien!”.
Al oír eso, los ojos verdes del Sr. Gato empezaron a brillar.

Toc, toc, toc.
El Sr. Gato tocó la puerta de Nieves. Su casa era un poco pequeña.
“¿Y mi regalo de cortesía?”.
Unos ojos apagados examinaron al caballero felino a través de la rejilla de puerta.
Por supuesto. He preparado el más grandioso de los regalos para la dama Nieves. Confío que solo le hará más hermosa de lo que ya es. Este collar está confeccionado con ágata del norte, perlas de los mares del sur y ámbar del oeste; es un tesoro de mi clan. Encomendado por mis mayores, he viajado por el mundo en busca de la persona más bella y noble a quien entregárselo. Es un honor conocerla, Nieves. Creo sinceramente que usted es quien he estado buscando. Por favor, acepte este humilde regalo.
Una luz deslumbrante atravesó la rejilla de la puerta, haciendo que el lujoso collar brillara intensamente ante los ojos de Nieves.
“No está mal. Podría ser adecuado para mí”, dijo Nieves con orgullo.
“Ahora que la he conocido, estoy convencido de que todas las joyas palidecerían al compararlas con su belleza sin igual. Permítame ayudarla a ponérselo”. El Sr. Gato hizo una reverencia y dio un paso adelante, por poco quedándose atrapado en la puerta entreabierta.
“Ahora realizaré una ceremonia de bendición y oración por usted, para que este regalo siga brillando tanto como la luz de la luna cuando yo ya no esté”.
“Adelante”.
Embriagada por sus elogios, Nieves mostró su cuello inmaculado...
...
A partir de entonces, nadie más volvió a ver a Nieves.
Hay quien dice que se aburrió de la vida en la aldea y que emprendió un viaje en solitario en busca de tesoros...
Mientras que otros estaban convencidos de que había encontrado al marido de sus sueños, y que se fue con el Sr. Gato a unas tierras lejanas, donde vivieron felices y comieron perdices.
Puesto que hubo alguien que se cruzó con el Sr. Gato al salir de la ciudad que olió el delicado perfume de Nieves en su abrigo de piel.

(Humm... Quizá este cuento no sea adecuado para niños... Déjame pensar...)

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