El despacho de los gatos (VI)

El despacho de los gatos (VI)
El despacho de los gatos (VI)NameEl despacho de los gatos (VI)
Type (Ingame)Objeto de misión
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DescriptionBajo la atenta mirada de los gatos y de su amo, ¿tendrá éxito la unión felina entre el gato atigrado y el de pelo largo, o tal vez...?

Item Story

A ritmo de arpa, la gata peluda hace su aparición luciendo un majestuoso atuendo.
“¡Ayayay, mi cosita, acabas de bajar del carruaje y ya habías desaparecido. ¡Conque habías ido a acicalarte!”. El amo miró a su gata con reproche y orgullo al mismo tiempo.
La cola de satén blanca de la gata de pelo largo estaba llena de cecilias blancas como la nieve que caía en primavera.
*Aplausos*. Los gatos aplaudieron al unísono.
“Qué preciosidad...”.
Perroux no pudo evitar dejar el cuchillo y el tenedor que estaba sosteniendo.
*Flush*. Los gatos abrieron la cortina.
Con pajarita y bombín, los bigotes y el pelo de las orejas bien recortados, el gato atigrado saludó a su novia gata con el paso señorial de un caballero.
Tras él, el gato de patas floridas dio una rápida sacudida y abrió la bolsa que llevaba al hombro, la cual contenía un regalo para la pareja de felinos.
Ovillos de hilo multicolor, ratones de tela que suenan al sacudirlos, globos inflados con forma de pinzón y billetes para ir en barco al santuario de los gatos en una tierra lejana...

“¡Un momento!”.
Una voz fría y contundente cayó desde arriba, interrumpiendo el jolgorio de los gatos.
El efecto de embriaguez del amo se disipó. Este se puso en pie tambaleándose y alzó la mano para señalar al gato atigrado.
“Oye, ¿tú no eres el gato callejero que siempre está en el alféizar de mi ventana? Yo te conozco. Siempre estás mirando por la ventana con cara de tener malas intenciones”...
“¿No se suponía que eras un exótico gato de la señorita de esta casa? ¿Dónde está la dama?”.
“Estos juguetes para gatos... ¿No son de mi casa? ¿Cuándo los robaron? Estas telas, y el buen vino... también son robados, ¿verdad?”.
“Papá, por favor, no te enfades...”, dijo la gata de pelo largo.
“Sí, papá, cuidaré muy bien de ella...”, objetó el gato atigrado.
Los dos veces que oyó la palabra “papá” hicieron enfadar al amo.
“¡Cierren el pico!”.
“¡¿Cómo va un gato callejero de origen desconocido y sin pedigrí a emparejarse con mi gata de pelo largo?!”.
“Y luego está este otro, que dice ser el cochero de una tal ‘Srta. Frigga’ o algo así...”.
“Tú también estás involucrado en la farsa de estos gatos callejeros, ¿verdad? Veamos quién está tras esa máscara...”.
El amo se acerca a Perroux y se dispone a retirarle la máscara.
Perroux sentía como si toda la sangre de su cuerpo hubiera sido atraída por un imán.
“Corre, corre”, le decía a Perroux una vocecilla que resonaba en sus oídos. Su corazón latía como un tambor, pero sus patas estaban tan rígidas que no podía ni dar un paso.
“Es el fin”. Desesperado, Perroux cerró los ojos. Mientras vislumbraba parte de su propia mejilla, vio cómo algo se movía.
¡Ah! En las mejillas de Perroux, blancas como la nieve, comenzaron a crecer uno a uno los bigotes de gato.
Perroux movió las orejas, puntiagudas y ágiles, y su cuerpo se arqueó involuntariamente, dejando escapar un “miau”.
Antes de que el amo pudiera atraparlo, Perroux se escabulló rápidamente por debajo de la mesa.

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