Inscripción apenas reconocible

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	Type (Ingame)	Objeto de misión
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(El perímetro de este obelisco está adornado con pan de oro. Solo una nación notable podría haber dejado semejante reliquia.)
Una vez, Muzafar Dey le pidió al Rey Viridiano Zumurud que dejara tantos herederos como frutos da un granado, para no repetir el vacío de poder que siguió a la tragedia del rey Saleb Dowleh.

Así, el Rey Viridiano tuvo noventa y nueve hijos, y en ningún otro reino de la tierra se conoció una fortuna tan grande como la suya.
Cincuenta de ellos eran príncipes. Cada uno con una corona de oro, cada uno valiente como un león. Entre ellos, el más sabio era Muzudin, cuya estatura era como la de un gigante. En nombre del gran sueño del Rey Viridiano, él y su igualmente poderoso hermano Badanah, ambos nacidos de la misma madre, dirigieron a sus esclavos con espadas y arados, plantando árboles en el desierto y transformando la tierra estéril en un próspero bosque.
Las otras cuarenta y nueve eran princesas. Cada una tan hermosa como las flores bajo la luna, cada una con una corona hecha de hojas verdes. Cada vez que una hoja se marchitaba, un sirviente arrancaba una hoja nueva y cambiaba la marchita, de modo que siempre se veían tan ligeras y elegantes como una vid. De todas las princesas, la más hermosa era Hanzade Sultán. Su nariz era tan grácil como las dunas, y su cabello tan frondoso como el bosque. Su rostro parecía tocado por la gloria de la mismísima luz de la luna.

Eran hábiles y elegantes al hablar, como si fueran nobles bajo el dominio del propio al-Ahmar. Los sirvientes comunes nunca podrían entenderles. Por eso, solo podían servirles los hijos e hijas de los ministros más leales.
Los hijos del Rey Viridiano se paseaban por la tierra como dioses. El reino del Rey Viridiano era tan indestructible como el Mausoleo del Rey Deshret.