Las enseñanzas del bosque (II)

Las enseñanzas del bosque (II)
Las enseñanzas del bosque (II)NameLas enseñanzas del bosque (II)
Type (Ingame)Objeto de misión
Familyloc_fam_book_family_6969201, Book, Non-Codex Series
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DescriptionUna biografía escrita por un antiguo erudito de Sumeru. En ella se relatan las hazañas de la gran Reina de las Plantas en la época de la gran catástrofe.

Item Story

Siguiendo las luces y sombras veteadas, ella llegó a un bosque que parecía haber sido destruido mucho tiempo atrás. A cada paso que daba, mil lotos nilotpala florecían tras ella. Todos los desastres, incendios, muerte y destrucción retrocedían ante su grandiosa sabiduría. Flores perfumadas brotaban de nuevo en medio de parajes agonizantes, y siguen siendo hoy tan abundantes como la grava del Valle Ardravi. Hasta los huracanes se convertían en simples bocanadas de aire con su cantar, agitando los cascabeles que resonaban en su solapa con un elegante trinar. Espíritus mensajeros, genios, humanos y criaturas salvajes se regocijaron y alabaron su nombre, pues ella era la más venerable y misericordiosa.

En las profundidades del bosque, recogió plantas para usar como armas, recogió flores para crear su corona y hierbas para tocar su karnay, con el que interpretó una insuperable melodía. En un instante, hordas de crueles soldados de la oscuridad quedaron reducidas a polvo y se disiparon en el vacío para no regresar jamás. Enjugó las lágrimas de las criaturas del bosque y curó sus heridas con la misma suavidad con la que la brisa marina acaricia la arena a su paso, como una enviada a un Oasis Eterno en un tiempo remoto.

Pero la tierra todavía yacía devastada, las bestias y espíritus malévolos habían devorado su corazón y habían hecho de ella su morada: una cueva oscura en la que no brillaban ni el sol ni la luna. Su más valioso tesoro era el polvo, su manjar más valorado, el lodo; se mostraban cubiertos de plumas como las aves, pero eran incapaces de alzar el vuelo. A pesar de todo, ella decidió que acudiría a aquella oscura cueva y se adentraría en aquel lugar invadido por la malicia del que nadie logró escapar, para continuar este viaje rebosante de misericordia y pureza del que no regresaría nunca más.

Se adentró a solas en aquel corazón vacío y tocó ligeramente su rostro eterno. Así, se convirtió en la inmortal Gaokerena y en la propia tierra. Cada brizna de conocimiento espiritual y cada brote de hierba encierran su férrea e inmarcesible voluntad. Un bravío mar de flores la rodeaba, brillante como el jade, fragante como las rosas, esplendoroso como las vestimentas celestiales. Entonces, cientos de pájaros cantaron en torno a ella, alabando su nueva vida, como cuando los mortales se desprenden de su ropa vieja y la cambian por otra nueva, como cuando se deshacen de sus ataduras y ascienden al templo de la eternidad.

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